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Resumen del trabajo realizado con el Candidato al Congreso Jean Ferrari para su Campaña, dentro del marco de las Elecciones Generales 2021. Ardua labor recorriendo gran parte de Lima, entre asentamientos humanos, mercados y cerros.
La aparición del virus Covid-19 en el mundo, está afectando de manera drástica la interacción del ser humano con su semejante, afecta su socialización y, obliga al hombre a optar medidas contundentes. Es por ello que muchos individuos en estos tiempos, se ven inmersos en un halo de soledad, desamparo y aislamiento, reforzando su individualismo, consecuencia además, causada por las medidas de seguridad y/o sanidad (como el distanciamiento social, la prohibición de reuniones sociales, etc) que han impuesto los gobiernos en sus respectivos países. Es así que diferentes personas de distintos puntos de la ciudad (desde su soledad y distanciamiento) emprenden su propia búsqueda hacia una nueva realidad.
Entre la profundidad y la lejanía, acercándonos al cruce de las avenidas Canto Grande y San Martín en San Juan de Lurigancho a pocos minutos del mercado Valle sagrado, una sensación de fuerte luz y tierra en los ojos nos dirige la mirada hacia el cerro más próximo donde se encuentra ubicada la Agrupación familiar Flores de Vista Alegre, conformada por más de veinte familias, las cuales viven en condiciones muy críticas, tanto así que día a día realizan ollas comunes recolectando entre todas los lugareños alrededor de 20 a 30 soles en el mejor de los casos y, de esta manera en lo más alto del cerro preparan el almuerzo del día para todos los hogares, también hay días en los que no se logra reunir ni siquiera un par de soles, es entonces donde algunos miembros de familia se ven obligados a salir de sus casas, para pedir donaciones alimenticias en los mercados más próximos, para a duras penas realizar la olla común y afrontar la pandemia COVID-19
La gran mayoría de los pobladores de la mencionada agrupación familiar son trabajadores independientes, entre ellos costureros, obreros y trabajadores de diversos restaurantes de la capital, ellos acusan que sus oficios se han visto paralizados debido a la emergencia sanitaria que vive el país, dando como resultado la escasez de recursos económicos.
Entre muchos testimonios de diferentes familias, encontramos la de Doris Esther Llaja ama de casa de 42 años oriunda de Chachapoyas, que junto a su esposo Inocente Muñoz Mendoza de 51 años, agricultor de oficio proveniente de Amazonas, llegaron a Lima hace aproximadamente tres años con la intención que Doña Doris asista al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, para poder ser tratada del cáncer a la piel que la aqueja.
Sobre un cerro al fondo del mercado 1 de Setiembre, en San Juan de Lurigancho, la agrupación familiar Virgen del Carmen implora que los dejen trabajar para no padecer hambre y así poder afrontar la pandemia del COVID-19. No han recibido ninguna donación de la municipalidad ni apoyo de las autoridades. La mayoría de los habitantes son trabajadores independientes. Entre ellos una profesora de educación inicial y propietarios de talleres de costura, se ven afectados por la paralización de sus negocios.
A pesar de vivir en casas prefabricadas donde el calor y el frío se sienten severamente y padecer otras precariedades, esta comunidad no ha recibido la visita o asistencia de la prensa, mucho menos la de funcionarios públicos que puedan atender sus demandas, por lo que han tenido que colocar banderas blancas en sus fachadas como último llamado de auxilio.
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Eric Villalobos 